Así mismo los avances tecnológicos desarrollados en
las últimas décadas han permitido acceder de manera inmediata y eficaz a
diversas fuentes de información; con los adelantos en materia de
telecomunicaciones y de transporte se ha permitido abolir distancias y
desmontar fronteras dando paso a un aspecto esencial de la globalización como
lo es laproximidad espacial. Por este concepto podemos entender la
“sensación de acortamiento de las distancias debido a una reducción drástica
del tiempo empleado en recorrerlas, tanto física (por ejemplo, en avión) como
simbólicamente (por la transmisión electrónica de información e imágenes)”.
Bajo la metáfora de la “aldea global” se pretende
representar un mundo en el cual se establecen intercambios culturales,
económicos, políticos y sociales, en una dinámica que se asemeja más a la de
una economía local que a la de una macroeconomía a nivel mundial; con esto lo
que se busca es desmontar barreras que obstaculicen dichos intercambios y que
por el contrario se de paso al libre acceso a modelos y productos de otras
naciones, aunque si bien la globalización se ha enfocado en un aspecto
netamente económico, es importante resaltar que este fenómeno se extiende a
diversos escenarios como el arte, las relaciones humanas o la identidad
cultural.
Aunque la
implantación de modelos de globalización genera reacciones encontradas, la
tendencia mundial se dirige solidamente hacia la aceptación de este fenómeno y
de sus implicaciones. Cada vez se hace más común, especialmente en América
Latina, la firma de tratados bilaterales o multilaterales de libre comercio. La
firma de estos tratados se ha evidenciado en la conformación de grupos como el
Mercosur o la Comunidad Andina de Naciones, en los cuales a través de
la reducción de impuestos arancelarios se ha pretendido incrementar los
intercambios comerciales entre países vecinos buscando aumentar el ingreso per
cápita y el Producto Interno Bruto (PIB). Bien podríamos decir que estos
tratados aunque han traído beneficios para nuestra nación, no han sido lo
suficientemente eficaces como para generar un impacto económico visible y de
tales proporciones como para garantizar un aumento periódico en la economía
nacional, que se vea reflejado en mejores condiciones de vida para los
habitantes y trabajadores, y mayores beneficios para los empresarios.
Es por tales
motivos que en la búsqueda de las mejoras económicas, se ha pretendido abrir
nuevos espacios y buscar aliados quizá con mayor solidez y peso en el ámbito
internacional, aliados que nos garanticen un desarrollo más claro y visible
tanto a corto como a largo plazo. Pero, ¿realmente la solución a la
problemática económica colombiana está en la búsqueda de socios, o en la firma
de tratados de libre comercio, o será más bien que es necesario echar un
vistazo al trasfondo de la realidad interna en Colombia?
En éste momento la
respuesta a este cuestionamiento seguramente nadie la tiene y parece ser que no
en poco se tiempo se sabrá a ciencia cierta cual es la estrategia económica que
deberá poner en práctica el país para salir de la crisis en la que se encuentra
inmerso, lo cierto es que en la actualidad la balanza se inclina hacia la
primera opción que se planteaba en el interrogante, sin saber con certeza
que tantos beneficios pueda acarrear una decisión de tales magnitudes.
En esa búsqueda de
aliados, Colombia ha encontrado el que tal vez se puede considerar el más
viable y poderoso, lo cual se evidenció el pasado 27 de febrero, con la firma
en Washington, tras veintidós meses de arduas negociaciones, del tratado de
libre comercio entre Colombia y Estados Unidos; a pesar de los detractores y de
las reacciones que la decisión ha suscitado tanto a nivel nacional como
internacional, prácticamente la firma del tratado y su entrada en vigencia son
ya un hecho, debido a la reelección como presidente del doctor Álvaro Uribe
Vélez, para un periodo de cuatro años más. Durante este nuevo gobierno a cargo
de Uribe, los Colombianos podemos esperar la firma de otros posibles tratados,
ya que al contar el presidente con el respaldo notorio del pueblo y con un apoyo
prácticamente incondicional de la mayoría del congreso y del Senado, el
presidente posiblemente buscará ampliar su política de libre comercio y de
búsqueda de nuevos lazos fraternales y comerciales.
Esto sólo es
posible con la firma de otros acuerdos como los que podemos ya escuchar en
diferentes medios de comunicación, tratados que ya se adelantan con países de
Centroamérica como lo son Honduras, Guatemala y El Salvador y con los cuales se
esperaría complementar los efectos positivos del ya mencionado TLC.
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